Las
neumonías ocurren cuando un germen infeccioso invade el tejido
pulmonar.
Una
neumonía es una infección del pulmón con desarrollo de
microorganismos en el interior de los alvéolos, lo que provoca una
inflamación con daño pulmonar. La reacción inflamatoria produce
una ocupación de los alvéolos, que se visualiza en una radiografía
de tórax.
El
mecanismo más frecuente es la aspiración de microorganismos desde
las vías respiratorias
como la boca, la nariz, la faringe,
que están habitualmente colonizadas por bacterias, sin que éstas
produzcan una enfermedad. Nuestras defensas pueden debilitarse por
determinadas circunstancias y facilitar así que los gérmenes
alcancen el pulmón y produzcan infecciones.
Los
síntomas de las neumonías son variables, no siempre tiene relación
con el tipo de germen causante de la neumonía. Algunos casos ocurre
lo que se llama una neumonía
típica, que aparece en varias horas o en 2-3 días,
de tos con expectoración purulenta o herrumbrosa, en ocasiones con
sangre, dolor torácico y fiebre con escalofríos.
También
están las neumonías atípicas que producen síntomas más graduales
con décimas de fiebre, malestar general, dolores musculares y
articulares, cansancio y dolor de cabeza. Además, la tos es seca,
sin expectoración, y el dolor torácico es menos intenso. Algunas
personas pueden tener síntomas digestivos leves, como náuseas,
vómitos y diarreas.
La
gravedad de una neumonía depende de la extensión de pulmón que
esté afectado, del tipo de germen que la cause y de la edad y de las
enfermedades que ya se tengan previamente.
El
tratamiento de las neumonías bacterianas son fármacos antibióticos.
Hay una diversidad muy importante de antibióticos y la decisión del
tipo de antibiótico depende del germen que se tiene, la gravedad de
la neumonía y las características del enfermo.
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